MAKO MOYA

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TEXTO DE CESAR RAMOS











“Otros Conceptos del Paraíso”

(( - Cuando nació la diosa, de la mano
Del Hombre, con ombligo y con natura,
En mí vino a mirarse la Hermosura ....
Y yo, su sombra, me huí.... humano.))
PIANISSIMO / Martín Adán


La Muestra Individual “Otros Conceptos del Paraíso” del joven Artista Plástico Jaime Moya, egresado de nuestra Casa de Estudios, nos muestra una singular faceta de su amplia trayectoria a pesar de su corta edad. Bajo el seudónimo de BE lleva varios años pintando la piel de la ciudad como miembro de El CODO: equipo visual urbano de intervención rápida, donde cargado de sus latas de spray dio origen a su obsesionado, desbordado imaginario con el que invadió calles y muros donde aparecieron sus ovejas; ekekos, cholas jacintas y demás alucinados personajes.

Sin embargo, en esta individual Mako Moya, como también se conoce al Artista en el medio, deja en el espacio público sus habituales personajes para remitirnos dentro de las blancas paredes de la Sala sus más personales obsesiones. Del mito sobre el Paraíso perdido al gozo infinito, despojándose de su frágil apariencia humana para hablarnos de los tabúes y de su ruptura, de la culpa y la retribución; del conocimiento que no puede tenerse en la inocencia. La mirada prohibida a la desnudez fluctúa entre el pudor y la culpa, la castidad y el deseo, el voyeurismo y el exhibicionismo. Irreverente o atrevida, lúdica u lucida, otros términos no bastan para definir la humana sapiencia del Artista para concebir su obra.

Paraíso de todos o de pocos, propio o ajeno inmerso en el espacio que a cada quien le complace. No nos encontramos ante a un Artista de superficies esmaltadas y uniformes, sino ante un devoto de la pintura pura, enamorado de los claroscuros y la suculencia gozosa. El eco de los cuerpos desvestidos de idealidad, de las esperas y las ausencias, incluso un enrarecido erotismo donde la vejez, la muerte o el descubrimiento de "el otro" nos confronta simbólicamente con la condición humana; espacio indiscutible en el que analiza nuestra finitez y agonía.

La exhuberancia del color marca la entrega fluida de los cuerpos que expuestos ante nuestra impávida mirada nos sumergen en una atmósfera desasosegante y cruda, color que nos habla de sueños quebrados, de desangeladas habitaciones de hotelitos de paso; de frívolos espacios de contubernio, de féminas urgidas atravesadas por un priapismo hercúleo y desaforado, de cuerpos exigentes de atención. Gratificación por mano propia, de falos rampantes, desestructurados ayuntamientos y cópulas; oscuras relaciones sexuales que entrelazan conceptos como sexualidad, sexo, belleza. Verdad, éxtasis y muerte mientras la atracción por el desnudo juega de catalizador en donde el Artista es devorado por sus propios miedos como castigo por vislumbrar el gozo eterno acogido en un cuerpo desnudo.

Como señalara pristinamente Martín Adán: ¡¡Que mi curso desagüe en lo divino!!

Cesar Augusto Ramos Aldana